¡Buenas tardes, contraportadistas! Siguiendo con la estela de la anterior entrada, en la que analizaba La galaxia Gutenberg de Marshall McLuhan, en este post toca profundizar un poco en Tecnópolis de Neil Postman. Ambas son lecturas que realicé en el transcurso de la asignatura Los medios cambian, los medios nos cambian del Máster de Investigación Aplicada a Medios de Comunicación, y las comparto con vosotros porque me parece más que interesante ver estos estudios sobre medios que han llegado a inspirar series como Black Mirror… ¡Comencemos!
En este libro, Neil Postman analiza las consecuencias de la expansión tecnológica en el ámbito social y cultural desde una perspectiva negativa, aludiendo a que la tecnología puede influenciar nuestra perspectiva sobre el mundo que nos rodea.
De acuerdo con Postman, existen tres etapas en el desarrollo tecnológico:
- La cultura de las herramientas, momento histórico que tiene lugar hasta el siglo XVII en Occidente, en el que la cultura se basa en la metafísica.
- La tecnocracia, etapa en la que se reconoce la utilidad del conocimiento científico para mejorar la vida de las personas.
- La tecnópolis, que sería algo así como una tecnocracia totalitaria sobreinformada en la que la tecnología cambia nuestras significaciones artísticas, socioculturales, políticas y personales; y reduciendo a cenizas las etapas anteriores. Esta sobreinformación produce ruido y caos, frena la creatividad y da lugar a mecanismos de control —la burocracia, los expertos y la maquinaria blanda— que restringen la libertad personal y de pensamiento de los individuos. La tecnópolis da lugar a una matematización del mundo producida por los ordenadores, que más que herramientas, se convierten en actores sociales.
El autor reflexiona sobre la pérdida de los valores morales tradicionales, de modo que la dicotomía entre el bien y el mal desaparece para dar protagonismo a nuevos valores: la eficacia, la precisión y la objetividad. En este sentido, los expertos se apoyan en estas tres ideas para dotar a las nuevas tecnologías de una importancia superlativa que tiene como consecuencia la deshumanización de la cultura y de la sociedad.
Postman también advierte que es un error pensar que tener mucha información a nuestro alcance supone que todos podamos desarrollar una mayor comprensión sobre nuestro mundo, ya que la sobreinformación produce ruido y tiende hacia ‘verdades únicas’ de las que debemos sospechar. Sin embargo, las facilidades que otorgan las nuevas tecnologías nos vuelven vagos e inútiles, destruyendo nuestra capacidad de reacción y nuestro sentido crítico. Por otra parte, las sociedades dependientes de la tecnología excluyen a aquellos que no pueden acceder a estas herramientas —brecha digital— creando nuevas divisiones sociales discriminatorias.
A pesar de que Postman tiene un punto de vista apocalíptico sobre las tecnologías (al igual que todos los autores que hemos leído en esta asignatura), también les reconoce ciertas ventajas, como la eliminación de las barreras espaciotemporales. Aunque, enseguida, explica que esto también es peligroso porque llega al usuario a experimentar una sensación una falsa sociabilidad (el individuo cree que tiene vida social gracias al ordenador, pero no es el mundo real).
Desde mi punto de vista personal, es un libro muy bueno y crítico. Aunque me ha costado leerlo (más que nada, por falta de tiempo), el autor sabe transmitir desde la primera línea cuál es su punto de vista y lo defiende con argumentos y honestidad. Estoy muy de acuerdo con todo lo que dice Postman, por supuesto. Pero como ya decía el filósofo Averroes, dos verdades opuestas pueden ser ciertas al mismo tiempo.
¿Que la tecnología tiene efectos devastadores? Por supuesto. La creación de los cuchillos y el surgimiento de la metalurgia fue un adelanto tecnológico que hizo que la Humanidad entera pasara a una nueva Era. Les permitió cazar más, segar mejor, vivir más años, ornamentar sus cuerpos, crear los primeros sistemas de intercambio (la economía primigenia)... Pero derivó también en la creación de clases, en la afinación de las armas que llevaron a conflictos y ‘guerras primitivas’ entre las aldeas… Y es que el refrán tiene razón: es la mano, no el puñal. Los cuchillos y los ordenadores son herramientas y que sean ‘buenas’ o ‘malas’ depende de para qué se usen y de la responsabilidad del que los utilice.
Postman habla del sentido crítico y de evitar las verdades únicas; pero los libros que llevamos analizados, de momento, llevan precisamente a la ‘verdad única’ de que la tecnología tiene efectos muy adversos. En este sentido, mi pensamiento crítico apoya absolutamente esta idea. Claro que la tecnología acarrea un innumerable número de desventajas, pero también presenta aspectos muy positivos que me parece poco objetivo (y poco ético) invisibilizar. ¿No decía Aristóteles que en el punto medio está la virtud?
Creo que en todos mis análisis dejo entrever mi punto de vista sobre los efectos adversos de la tecnología, y el resumen de mi pensamiento es que sí, la tecnología tiene cosas malas, pero también tiene cosas muy buenas, y esas no las estudiamos. ¿Cómo vamos a desarrollar un punto de vista crítico si solamente leemos textos que apoyan una única idea respecto a un tema tan importante y comprometido?
1 Comentarios
Hola, es un libro muy interesante. La tecnología está haciendo muchas cosas buenas, pero también muchas malas. Yo prefiero la infancia que tuve a la que tienen hoy en día, la adelescencia mía, a la de mi hija... Y así muchas cosas. Gracias por recomendar, queda anotado.
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