Clásicos de la poesía: Amado Nervo

¡Buenas y calurosas tardes, contraportadistas! Os damos la bienvenida a un nuevo especial bloguero cuyo objetivo es, simple y llanamente, conocer a los grandes clásicos de la poesía 💗

Desde 2022 ha comenzado una nueva colección de libros. Poquito a poco, sin prisa pero sin pausa, y con los regalitos de mis seres queridos 😍 estoy consiguiendo los ejemplares de Poesía de Salvat. Esta saga contiende recopilaciones de los poemas esenciales de los grandes poetas de la historia a nivel internacional.

El verano pasado ya os traje las reseñas de Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez; hoy vuelvo manos a la obra con la antología del famosísimo Amado Nervo. 

Amado Nervo (1870-1919), destacado poeta y escritor mexicano, fue una figura prominente en el modernismo literario de finales del siglo XIX y principios del XX. Su obra, caracterizada por su musicalidad y emotividad, incluye títulos como La amada inmóvil y Serenidad. Además de su carrera literaria, Nervo tuvo roles diplomáticos para México y mantuvo amistades cercanas con prominentes escritores de la época, como Rubén Darío. Su conexión sentimental con Ana Cecilia Luisa Dailliez influyó en gran parte de su poesía. En sus últimos años, fungió como cónsul en Uruguay, donde falleció en 1919. Su legado perdura como uno de los grandes exponentes de la literatura hispanoamericana, dejando una huella duradera en la poesía y la prosa.


Nervo siempre fue un ferviente cristiano que, desde joven, quería estudiar para ser cura. No obstante, su amor por Ana Cecilia le cerró esa vía. Aunque vivió con ella muchos años, no llegó a desposarla por ese miedo al «qué dirán» de los círculos eclesiásticos que frecuentaba; y es que Ana Cecilia era una madre soltera (algo muy mal visto por aquella época).

Desgraciadamente, la desdicha tocó a la puerta de Nervo el día en el que Ana Cecilia murió por una enfermedad. La mayor parte de la producción literaria del poeta se centró en ese instante en el duelo por su pérdida y en todo el arrepentimiento que le causaba no haberla tratado como debería cuando aún estaba viva. Nervo lamenta haberse dejado llevar por sus ansias de conseguir un puesto eclesiástico y se maldice a sí mismo por no haber disfrutado del tiempo con su amada. En sus poemas es tanto el desgarro que el creyente Nervo llega a poner en entredicho la existencia de Dios.

Con los años, Nervo aprende a controlar su pena. Se hace cargo del cuidado y la educación de la hija de Ana Cecilia y culmina con una etapa de aceptación y resiliencia. Si estás pasando por un mal momento, te aconsejo leer su poema En paz:

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Malamente, resumiría mis impresiones sobre su obra en tres etapas: la primera, la glorificación del Dios cristiano; la segunda, el desgarro ante la pérdida de su amada; y la tercera, el seguir adelante con la vida. Desde mi punto de vista, la que más me ha revuelto por dentro ha sido toda la etapa de Nervo sobre la «amada inmóvil». El resto a veces se quedaban algo más repetitivas.

En cualquier caso, recomiendo leer a Nervo y que cada uno saque sus propias conclusiones 💙

Consejo del día: si quieres a alguien, trátalo bien. La vida puede arrebatártelo en cualquier momento y el peor veneno que existe es el del arrepentimiento.

Mekronos, el mejor libro de todos

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